La patrulla de la lechuga verde: capítulo 10

(…)

– Son templos. Son los templos que aún están enterrados y no han sido todavía descubiertos. O al menos eso es lo que dice este mapa.

Nadie hablaba. Todos contenían la respiración. El silencio era incluso molesto, hasta que alguien lo rompió con una palmada. A ésta se sumo otras de otra persona. Y de otra. Y de otra.

El aplauso no iba dirigido a la directora del museo. Tampoco a la nueva figura de Nefertiti. Aplaudían a la pandilla.

Aplaudían a Pedrito.

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Las luces del techo parecían estrellas que enfocaban perfectamente a todas las zonas importantes del plató. En el centro, una mesa cuadrada sobre el suelo blanco contrastaba con el tapizado de las sillas, con el dibujo de una cuadrícula de ajedrez. Frente a la mesa, tres cámaras de televisión enormes enfocaban a cada una de las sillas. Aún no había nadie sentado, aunque había gente que no paraba de correr de un lado al otro. En una de las paredes había un reloj digital con unos números en rojo que contaban hacia atrás, como si al llegar al cero pudiera pasar algo importante.

Los padres de los niños y la pandilla estaban en el centro de aquel lugar, mirando todo con gran asombro. Era la primera vez que estaban en un estudio de televisión y no era una visita cualquiera. Ellos eran los invitados.

Después del incidente del museo, no se hablaba de otra cosa en el país. Y no sólo allí. Que el busto de Nefertiti se convirtiera por arte de magia en un cuerpo completo ya era increíble. Y a eso sumamos que el mapa con las localizaciones de todos los templos egipcios que aún quedaban por descubrir parecía ser real, o al menos eso había comunicado un equipo de egiptólogos al que dieron el encargo de comprobarlo. El día anterior usaron un aparato para ver qué había debajo de una de las localizaciones cercanas a El Cairo y efectivamente allí había algo. Todo eso hizo que en las televisiones de todo el mundo no se hablara de otra cosa que de los niños. Sin embargo nadie los había visto en público todavía, nadie hasta ese día. La cadena nacional de televisión alemana más importante del país, ARD, había contactado con la familia con el deseo de entrevistar a los niños. Los padres no estuvieron muy convencidos al principio intentando protegerlos del estrés de la fama, aunque finalmente accedieron.

Desde que llegaron al edificio desde el que se emitía el programa, los trataron como si fueran las personas más importantes del mundo. Les dieron un desayuno riquísimo y les enseñaron todas las instalaciones. Después los llevaron al plató. Allí había una persona que en todo momento les traducía en español lo que les iban diciendo.

– Cuando empiece la entrevista, vosotros no me veréis, pero me escucharéis en todo momento a través de este auricular -les dijo a los chicos enseñando lo que parecía un pequeño botón color crema.

Osiris estaba también con ellos. Entre todos decidieron que sería divertido que también ella saliera en la tele. «Seguro que incluso a ella la sacan guapa», dijo uno de los chicos.

En ese momento los llamaron para que comenzaran a sentarse en las sillas con la tapicería de ajedrez. Un montón de mariposas empezó a revolotear en sus estómagos.

– Son nervios -les intentó tranquilizar la madre de Juanita al ver que se llevaban las manos a la barriga-. Tranquilos, lo vais a hacer genial.

Juanita, Lola, Pedrito y Neno, con Osiris en sus brazos, se sentaron en sus sillas. Vieron cómo llegaban otras personas que se colocaban detrás de las cámaras. Lola miró el reloj digital y vio que quedaban tres minutos para llegar al cero.

La pandilla se sentía bien. Estaban nerviosos, pero eufóricos. Ni en sus mejores sueños podrían haber visto esa escena. No sólo les iban a ver en Alemania. Esa entrevista iba a ser retransmitida en el mundo entero. Millones de personas podrían verles en ese momento. Estaban seguros de que todos sus compañeros y maestros del colegio estarían ya preparados en sus casas delante del televisor para verlos. En todos los países habría alguien preguntándose cómo serían esos héroes, esos niños que habían conseguido descubrir, tras una torpe caída, los dos secretos mejor guardados de la historia.

Quedaban solamente dos minutos cuando una mujer se sentó en la silla que había en el centro, dejando a Pedrito y a Lola a su derecha y a Juanita y a Neno a su izquierda. Era la presentadora. Era muy agradable. Sonreía a los niños. Llevaba un vestido rosa muy elegante. Era rubia y sus ojos eran azules, como los de la mayoría de los alemanes. Al saludar, Lola y Juanita le devolvieron el saludo. Sin embargo, Pedrito y Neno no podían articular palabra. Los dos miraban a la presentadora, Mónica, con la boca abierta, atontados.

– No me lo puedo creer -murmuró Lola mirando a su hermano-. Al menos di algo.

Sin embargo Pedrito seguía hipnotizado. Neno estaba más rojo que un tomate. No podía sentir más vergüenza. Cada vez que Mónica les decía algo, los dos se reían mirándose y después agachaban la cabeza para volver a abrir la boca como si les faltara el aire. Juanita y Lola negaban con la cabeza.

La voz de alguien sonó a lo lejos. Estaba contando desde diez hasta cero. Vieron cómo coincidía con los números del reloj.

La presentadora comenzó a hablar mirando a la cámara. Aunque no entendían nada de lo que decía, era evidente que lo hacía genial. Los niños estaban muy contentos. Mónica empezó entonces a hablar mirándolos directamente a ellos. En ese momento los cuatro niños escucharon perfectamente la voz en español que sonaba a través del auricular.

La entrevista fue muy divertida. Les preguntaron por muchas cosas distintas, no sólo acerca del momento del museo. Hablaron de cómo se conocieron, de Jaén, de su barrio. Hablaron de su colegio y aprovecharon para enviar un saludo al resto de compañeros. Hablaron de cómo salvaron una vez un supermercado de las llamas, de cómo rescataron a una tortuga. También contaron cómo conocieron a Osiris. La presentadora se reía mucho. Hablaron de todo menos de las dos salchichas. Hubiera sido una gran ocasión para pedir públicamente al dueño de Bratwurst que se lo devolviera, que lo cuidarían mucho, pero pensaron que si lo decían podrían intentar encontrarlo para meterlo en un laboratorio e investigarlo, como hicieron una vez en una película de un extraterrestre al que se le encendía un dedo.

Aunque estuvieron una hora hablando, a ellos les pareció unos pocos minutos. Cuando dejaron de grabar, los padres se acercaron a saludar a Mónica y a dar un abrazo a sus hijos, felicitándolos por lo bien que lo habían hecho.

– Si me permitís, me gustaría hablar un momento con ellos -pidió la presentadora a los padres con un español difícil de entender.

Lola, Pedrito, Neno y Juanita fueron con ella a un rincón del plató. Parecía que quería enseñarles algo.

– Allí hay alguien que quiere conoceros -dijo.

¿Quién podría ser? ¿Acaso alguien importante? Estaba claro que medio mundo quería conocerlos. Los chicos se miraron intrigados. Al llegar a la esquina, vieron de quién se trataba. La misma persona que se escondía tras un sarcófago en el museo. La misma persona que semanas antes fue a recuperar a Bratwurst. La cara de la pandilla se puso pálida, casi blanca. Mónica rompió la tensión del momento.

– Creo que ya conocéis a mi padre.

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Planning del capítulo

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6 comentarios en “La patrulla de la lechuga verde: capítulo 10

    1. Rafa Alemán

      Me encanta que los vivas de esa manera. Que no te dé miedo. Depende de vosotros lo que pase ahora. ¡Tanto Mónica como su padre pueden ser estupendas personas!

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  1. Cristina

    Profe lo que más nos ha gustado a mi familia al leer el capitulo ha sido imaginarnos la cara de pedrito y neno,allí sentados más rojos que un tomate.y osiris haciéndose famosa en la tele!😅😅😂😂😊👏😍también nos ha gustado mucho que en este capítulo se mencione el cole y nuestra ciudad.ha estado muy way!!😊😊😂

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