La directora del centro pidió a varios maestros que buscaran a los cuatro niños por el centro. Rápidamente organizaron varios grupos. Al cabo de unos minutos, al ver que nadie los encontraba, todo el centro, incluidos los niños, empezaron a mirar por todas las aulas y baños del colegio. Joaquín y Rocío fueron con su profesor, que les pidió que no se separaran de él al ser nuevos.
Comenzaron a mirar bien por los pasillos y el aula de usos múltiples. Al haber tanta gente buscando, se hacía complicado ver a nadie en especial.
– Vamos a seguir por aquí -indicó su maestro señalando un ala del centro.
Por más que miraban por las aulas, no había rastro de la pandilla. Todos los profesores cruzaban miradas preocupadas, aunque intentaban disimular delante de los alumnos.
– Seguro que aparecen en cualquier momento. Siempre les ha gustado la aventura -bromeaba alguno de ellos para tranquilizarlos.
El tutor de tercero, junto con Joaquín y Rocío, propuso entonces mirar en la biblioteca. Estaba cerrada con llave, así que avisó al conserje para que abriera.
Al entrar, vieron más de lo mismo, una sala vacía. Aún así, miraron por todas partes. Fue Rocío quien vio un papel roto sobre la mesa. Se acercó y lo leyó extrañado. Sus nombres encabezaban la nota.
«Joaquín, Rocío, mirad en la mochila de Pedrito».
– Joaquín, mira -Rocío dio el papel a su hermano, que la miró intrigado.
Hizo un gesto con la cabeza a su hermana y salieron de la biblioteca. Se dirigieron rápidamente a su clase para buscar la mochila. Cuando llegaron, se encontraron con un dilema. ¿Cuál sería la mochila? No conocían todavía la clase. De hecho, no sabían bien quién de ellos podría ser Pedrito.
– Vamos a mirar las libretas de las bandejas que tienen las mesas. Busca su nombre -propuso Rocío.
Tardaron un buen rato en dar con las que ponía «Pedro» en la portada.
– ¡Aquí! -gritó triunfante Joaquín.
Cogió la mochila y la subió a la mesa. Cerraron la puerta antes de inspeccionarla. Al abrirla, miraron con cuidado lo que había dentro.
– Aquí no hay nada. Dos libros, un estuche y la merienda, una salchicha -observó Joaquín.
– Juraría que había otra cosa, pero es como si hubiera desaparecido al abrirla. Además, es raro que lleve una salchicha sin envolver, mezclada con todo lo demás.
– ¿Qué hacemos ahora? -preguntó Rocío.
Joaquín encogió los hombros sin saber qué hacer.
– Es rarísimo que nos hayan dejado esa nota -pensó. Si nos han pedido que miremos aquí será por algo, pero no sé qué es. No sé qué podemos hacer. Está claro que Pedrito y los demás tienen un problema grande, pero ¿cómo podemos ayudarlos?
En ese momento la mochila comenzó a moverse. Los niños miraron hacia esta y se quedaron mudos, atónitos, cuando vieron cómo la salchicha que había dentro comenzaba a salir lentamente de la mochila, flotando, con lo que parecía una loncha de queso sobre la espalda.
– ¿Problema? -dijo la salchicha. ¿Mis amigos están en un problema?
Los dos hermanos no podían articular palabra. Los dos tenían la boca abierta y no sabían si lo que estaban viendo era real o no.
– Sí, lo sé. Soy una salchicha y estoy volando.
– Y estás hablando -consiguió decir Rocío.
De repente, de la nada, apareció otra más, esta algo más grande.
– Dejad que os presente a Bratwurst. Yo soy Salchicha Woman. Encantada de conoceros. Y ahora que nos hemos presentado, ¿qué os parece si nos contáis qué es lo que ha pasado? Dejaremos lo que somos nosotros para más adelante.
Los dos hermanos contaron a las dos salchichas el incidente del simulacro de incendios. Cuando terminaron, las dos se miraron extrañadas.
– Les ha pasado algo -dijo Bratwurst. A ellos les encantan las aventuras, pero jamás se esconderían en una situación así. Tenemos que buscarlos.
– Todo el colegio está haciéndolo ahora mismo -contestó Joaquín.
– Entonces no están aquí -aseguró Salchicha Woman. No sé cómo podríamos saber dónde se han metido.
Tras un momento pensando fue Rocío la que dio la idea.
– ¡Las cámaras! Hay cámaras por todo el colegio. Me fijé mientras buscábamos a los chicos.
– Bien. Tenemos que buscar la sala en la que estén los monitores.
Los dos hermanos escondieron a las salchichas en los bolsillos de sus chaquetas. Anduvieron por el centro hasta que vieron una puerta con las letras CCTV impresas.
– Es aquí, seguro -dijo Joaquín. La puerta está cerrada.
Miraron a su alrededor.
– Los conductos de ventilación -señaló Salchicha Woman. Entraré por ahí. Esperadme.
Comenzó a volar y rápidamente desapareció por el techo. Fueron unos minutos interminables hasta que apareció de nuevo.
– ¡Di algo! -gritó Rocío.
Salchicha Woman se quedó un rato pensativa, intentando asimilar lo que había visto.
– Los he visto. Han salido de la biblioteca, pero no iban solos. Una mujer y un hombre los llevaban cogidos de sus brazos. Ella no sé quién es, pero ¿él? Lo he visto antes -guardó silencio unos segundos. Sí, es él. El hombre del avión. ¡Eso es! El problema es que no tengo ni idea de dónde han podido ir…
Guau espero que encuentren a la pandilla 😱😱muy pronto.
Este ha sido el mejor capitulo de todos⭐⭐⭐🌈🌈🐰⭐⭐⭐👍👍👍👍
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Vamos de intriga en intriga..cada capítulo que leemos se va quedando más misterioso que el anterior..👏👏😅😅 Felicidades clase!!os estáis haciendo unos narradores de diez👏👏👏la saga del perrito…dará mucho de que hablar..Que suerte tenéis de poder dejar vuestra huella de escritores en vuestro cole y que otros futuros niños se queden fascinados con vuestros libros 😍
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👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏
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Hola profe soy Martina, qué capitulo más chulo.
Lo hemos leído esta noche y tenemos muchas ganas de seguir con la aventura.
Dónde estarán???? (yo lo sé pero no se lo puedo decir a mi familia 🤐😋)
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¿Tú lo sabes? Pues mañana nos tienes que contar, ¡que yo estoy que en un sin vivir! 😘😘😘
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Hola profe, el capítulo está súper intrigante. Buenas noches, hasta mañana.
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🙂 ¡Buenas noches!
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Q interesante se pone la cosa!!!😜
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