Pocas actividades se me ocurren que tengan la carga emocional de la de hoy, no solo por el tema de la actividad «juguetes y juegos de antes», sino por el diálogo intergeneracional.
Antonia, Carmen y Josefina son tres de las abuelas de clase. Han venido hoy a hablarnos de cómo pasaban el tiempo libre. Algunos de los juegos los conocen nuestros pequeños, pero de otros no habíamos oído hablar.
Las hemos recibido en la Sala de Usos Múltiples. Allí esperábamos 2B y 4 años B, cursos hermanados del cole.
Antonia ha comenzado a hablarnos de juegos y canciones de comba y goma y de que se jugaba en la calle. La calle como escenario infinito, sin peligro ni límites para la imaginación.
Después, Carmen nos contaba cómo pasaba las tardes cosiendo y diseñando muñecas de trapo, cuidando cada detalle y poniendo el máximo cariño a cada puntada. Nos ha traído dos coches, un triciclo y una moto, todos de lata. Después ha sacado dos muñecas, una de ella «Cachitos», que ha cumplido 60 años, pero que sigue oliendo a una niña de seis.
Josefina nos ha enseñado a jugar a las canicas. Su exhibición con el diábolo nos ha sorprendido. Pero con lo que nos hemos quedado maravillados ha sido con los libros de papel que ella misma fabricaba. En ellos guardaba recortes de revistas. Se hacía un agujero en una de las portadas y se escondía bajo las telas de la falda. Si acertabas a dar sobre el agujero, ganabas el recorte de revista. También nos ha enseñado a dar la vuelta a esos recortes con la mano hueca sobre el suelo.
Seguramente me dejo algo sin contar. Las tres podrían haber estado hablando durante horas, las mismas que nosotros nos hubiéramos quedando escuchando con la sonrisa permanente, imaginando estar jugando con ellas en esa calle que ahora está llena de coches, pero que gracias a sus buenas palabras hemos podido ver a través de un agujerito. Eternas gracias por haber venido. Aquí tenéis vuestro colegio.









